lunes, 30 de agosto de 2010

Mi respuesta a la carta del Presidente


Recientemente recibí en mi casa un paquete que contenía una bandera, un libro y una carta firmada por Felipe Calderón, tal y como él anunció via twitter que sucedería (http://twitter.com/presidente_FCH/status/22229519523)

Hago pública mi respuesta a dicha carta y adjunto la que recibí por parte del gobierno para aquellos que no han tenido el placer de recibir la suya aún.


Estimado Señor Presidente:

Agradezco el detallazo de mandarme por correo una bandera. Debo admitir que habría preferido que me diera trabajo en lugar de un pedazo de tela, pero bueno, supongo que eso es mucho pedir, pues ya bastante hace usted (junto con todo su gabinete y hasta Alex Syntek) en recordarme como por enésima vez que éste es el año del Bicentenario, ¡y con ocupado que debe estar, perdiendo una guerra contra el narcotráfico!, como para que además venga yo a ponerme exigente; no, Señor Presidente, no pretendo ser ingrata.

La verdad es que en lo que va de su sexenio he tenido tan pocas expectativas para con su gobierno, que el hecho de recibir una bandera junto con una carta firmada por usted mismo, ha sido una gratísima sorpresa. ¡Y cómo no iba a hacerlo!, si a todos los mexicanos nos encanta ver cómo nuestros políticos se gastan millones y millones de pesos en los tan de moda “Festejos del Bicentenario”, festejos que por cierto, en nada nos benefician, pero vaya que nos hacen sentirnos orgullosos de nuestro México. Estoy segura de que podré darle un gran uso a esta bandera que usted personalmente me ha regalado; se me ocurren tantas cosas útiles que puedo hacer con ella, como por ejemplo, no sé, enrollarme en ella y aventarme de la azotea, hacer con ella una narco-manta y colgarla en algún puente del Periférico, o simplemente contemplarla durante horas para matar el tiempo libre que tengo debido a mi actual estado de desempleo.

Puedo garantizarle que, como dice su carta, al admirarla tendré siempre presente sus colores: el verde de la mariguana que se siembra en nuestros campos, el blanco de la cocaína que exportamos y el rojo de la sangre derramada por aquellos que nos dan el verde y el blanco, en la lucha por los más altos ideales de su fallido sexenio. Bueno, o algo así.

No se equivoca usted en saber que esta Bandera de tanto significado, que hoy ha puesto en mis manos, será un motivo más de alegría y de orgullo para mí y para mi familia, porque como buenos mexicanos que somos, ni mi familia ni yo tenemos memoria histórica, y basta con que nos regalen una bandera, una despensa o cualquier cosilla inútil para que nuestros políticos se ganen nuestro voto, nuestro respeto y se nos olvide que llevan doscientos años explotándonos, robándonos, saqueando al país y exprimiéndonos hasta el último centavo.

De mexicana a mexicano, ¡Muchas gracias por nada! ¡Que viva México y que viva nuestro Presidente del Empleo!


Monserrat Adriana Bosque Sánchez

Ciudadana