¿Qué es la luz? Un privilegio; ¿qué es la oscuridad? Un misterio…
Con esas palabras y algunas otras reflexiones escritas en una pared, culmina la exposición del Papalote Museo del Niño, Diálogos en
Sin duda alguna esta exposición es un intento muy bien logrado de esclarecernos a nosotros, los ciegamente dependientes de nuestros ojos, lo que implica el no poder ver más allá de la negrura de nuestra pupila, y de dejarnos con una “visión” más real de lo que viven día a día los hombres y mujeres que ignorantemente llamamos “invidentes”.
Al llegar al final del recorrido, tras haber tropezado con abstractos obstáculos, tras habernos dado de topes en la cabeza (literalmente) tratando de anticiparnos fallidamente a lo que había frente a nosotros, y tras haber aprendido a observar el color de nuestras voces y a descifrar los gestos y expresiones que en ella se esconden, tomamos un pequeño descanso de nuestro caminar a oscuras, que de momento (al no poder percibir el tiempo) pareció durar una eternidad, y nos sentamos distribuidos en una banca a manera de medio circulo, para intercambiar experiencias. Resulta increíble la manera en la que la luz determina el curso de nuestras vidas, llegando incluso a marcar nuestro comportamiento frente a los demás…a oscuras no importa si no hablas de frente a quien te diriges, , no importa que no mires a los ojos, a oscuras no importa cómo vistes ni cómo te ves, porque a oscuras te ves como tu voz te dibuja y hasta una simple inflexión de voz puede llegar a decir que tan honesto es alguien, y que tan seguro está quien habla, del lugar en donde está parado. Al escuchar las palabras de Marco, su historia y los matices de su voz al relatarla, el significado de aquellas palabras iban quedando en un segundo plano, al igual que su aspecto físico, y en su lugar se iba dibujando en nuestras mentes la imagen de la esencia de un sujeto capaz de crearse la misma imagen mental de nosotros, es decir, capaz de ver nuestra esencia humana a través de los únicos ojos que desde hace años utiliza: los ojos del alma, los cuales (tal y como Marco nos demostró) pueden ver incluso en la más densa penumbra y atravesar hasta la más negra dificultad.
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