sábado, 13 de agosto de 2005

Estrenando vida

“Hoy es el primero del resto de mis días”, lo dijo Kevin Spacey en la película “American Beauty”, y qué mejor manera de empezar la película que esa; de igual forma, qué mejor manera de empezar la biografía de una vida nueva que recién está comenzando; y no me refiero precisamente a una que acaba de llegar a este mundo, simplemente a una que inicia en un lugar distinto, con gente distinta, con sueños y dificultades distintas, con panoramas distintos: mi vida nueva, como estudiante universitaria. Se pensaría que es algo simple, que no es la gran cosa, que exagero al decir que comienzo una nueva vida, pero es que cuando se deja todo atrás para dirigirse a un futuro incierto y expectante, rodeado de circunstancias nunca antes experimentadas y en medio de un territorio que hasta para el más ávido de los aventureros parecería hostil, es difícil pensar de otra manera.

Así que este pequeño fragmento de autobiografía comienza aquí, en el día de mi traslado de mi ciudad natal, Santiago de Querétaro, a la que, según dicen algunos, es la ciudad más grande del mundo y sin duda, para muchos como yo, una de las más aterrorizantes también, la Ciudad de México.

Sucedió hace apenas quince días, y a pesar del corto tiempo que esto representa, es increíble la cantidad de cosas que uno puede llegar a aprender; son sólo trescientas sesenta horas, pero desde que estoy aquí, el mundo me parece más grande. La ciudad me dio la bienvenida de de dos maneras distintas; eso me hizo comprobar, y a muy temprana hora, que en verdad esta es una ciudad de contrastes. Primero me recibió con lo que para mi resultó la más acogedora de las bienvenidas, una hora y cuarenta y cinco minutos del concierto de una de mis bandas favoritas, el singular cuarteto lidereado por Shirley Manson: Garbage. Después de ver y escuchar a la inigualable y sensual vocalista, acompañada del sonido de sus experimentados músicos, parecía que todo iría viento en popa, después de todo, lo que empieza bien, bien termina, ¿o no?. Bueno, no sé realmente como irá a terminar mi paso por estos lugares, lo que si sé, y sin duda no podré olvidar, es la segunda bienvenida que recibí de la ciudad (por si no me había quedado claro que ya estaba en el D.F.); un pequeño, pero muy notable temblor que sacudió la ciudad apenas una semana después de haberme recibido… he ahí el contraste.

Después de aquel episodio, las cosas parecieron ser menos…hostiles, llego por fin el tan ansiado y al mismo tiempo temido inicio de clases, que dio por iniciada oficialmente mi nueva vida universitaria en el D.F, la cual (si todo sale bien) se prolongará de aquí a cuatro años o hasta que una nueva vida, en algún otro lugar curioso de este planeta comience. La verdad, todo eso de entrar a la escuela resultó no ser tan temible después de todo, al fin y al cabo sólo se trataba de una etapa más en la vida, una más de las cruzadas a emprender en el largo camino que implica el aprendizaje, y muy probablemente (aunque espero que no) la última.

Pasaron dos días, luego fueron tres y luego cuatro; cada día una experiencia distinta, algo nuevo aprendido, alguien ajeno vuelto conocido, y muchas tareas aburridas que…siguieron siendo aburridas; y finalmente el quinto día, el viernes, el tan esperado (¡y necesitado!) viernes, una tarea interesante, escribir una autobiografía, y con eso, la oportunidad de pensar y reflexionar acerca de la extraña primera semana del resto de mi vida, y también…una fiesta de bienvenida (¡excelente!).

He hecho esto antes, me digo a mi misma mientras reflexiono. Ya anteriormente, en la película de mi vida, he llegado a escuelas nuevas, he hecho amigos nuevos, me he enfrentado a nuevos retos académicos, realmente esto no es tan nuevo como yo pensaba (siguiendo la línea de metáforas cursis y gastadas, diría yo que esta nueva vida es similar a mis vidas pasadas). Quizá la esencia de esta “nueva vida” radica no en lo que pasa o en el lugar en el que me encuentro, sino en como me siento al respecto… y ¿cómo me siento?; la verdad, me siento nueva, aunque sigo siendo la misma. Decir que inicias una vida nueva no es más que otra forma de decir que has cerrado una etapa y estás por iniciar una distinta, sin embargo es también una forma de decir que a partir de ese momento, empezaras a hacer las cosas que anteriormente no te has atrevido a hacer, a decir o a pensar, y que empezarás a ver las cosas desde una diferente perspectiva. Creo que todos deberíamos empezar nuevas vidas de vez en cuando, intentar hacer cambios; yo ya empecé, yo ya viví el primer día del resto de mi vida, ahora sólo me queda ver lo que sucederá en ese resto…